La Escuela Provincial de Corte: una iniciativa pública
La Escuela Provincial de Corte: una iniciativa pública
Durante las últimas décadas del siglo XIX y, sobre todo, durante el siglo XX, aparecieron numerosas academias de corte y confección de iniciativa privada (ver publicación del blog "Del taller a la academia" ). Sin embargo, en el marco de la aparición de las academias aparecen también las de iniciativa pública. En 1881, por acuerdo de la Diputación de Barcelona, se creó la Escuela Provincial de Corte de Barcelona. El acuerdo resolvía:
“Primero: Se crea una Escuela Provincial de Corte a cargo de la profesora doña Carmen Ruiz y Alá a la quien se nombra Directora interina de la misma Escuela, que estará agregada con el carácter de complementaria y libre a la Normal de Maestras de la Provincia funcionando, no obstante, en local distinto del de esta escuela hasta nueva resolución”
La iniciativa había surgido de Carmen Ruiz y Alá, profesora de una reconocida academia de corte y confección de carácter privado, denominada Colegio de Nuestra Señora del Carmen, situada en el tercer piso del número 6 del Pasaje Madoz de Barcelona. Ruiz mantuvo correspondencia con la Diputación y en sus cartas se lamentaba de que la instrucción de la mujer fuera tan poco extendida y ponía de manifiesto las ventajas que suponía para la mujer con pocos medios saber confeccionar vestidos, tanto para ella como para su familia, así como para ejercer a nivel profesional.
Carmen Ruiz y Alá
Las enseñanzas de corte suponían, a menudo, un gasto económico que no podía ser afrontado por las clases más bajas. Así, Carmen Ruiz y Alá expuso la idea de crear una escuela de corte de carácter público, ofreciéndose para impartir clases de forma gratuita, y pidió la creación de la Escuela Normal de Profesoras de Corte o, en todo caso, el reconocimiento público de esta docencia con el fin de introducirla en la Escuela Normal de Maestras. La Diputación respondió favorablemente el 14 de febrero del mismo año, fundando la escuela en 1881, que se puso en funcionamiento un año más tarde.
Aunque Carmen Ruiz y Alá ofreció los locales y los elementos necesarios para efectuar las clases de su academia, la Escuela Provincial de Corte de Barcelona se situó en los bajos del número 49 de la Ronda de Sant Antoni, y la Diputación destinó 1500 pesetas para la instalación y el mobiliario y 750 pesetas para el alquiler del local, así como una gratificación de 1500 pesetas para Carmen Ruiz y Alá y 500 pesetas para su mantenimiento y limpieza.
Carmen Ruiz y Alá solicitó, sin embargo, que la Escuela Provincial de Corte no expidiera títulos que garantizaran el profesorado, ya que estos títulos los expedía ella misma a su Academia a aquellas alumnas que, una vez aprendido el corte, seguían los estudios ampliados al efecto; y pidió que se expidiera sólo un diploma de aplicación a las alumnas, conforme habían pasado el curso ya que, "de lo contrario, se perjudicarían en alto grado los intereses de la recurrente".
El objetivo de aquella escuela, según consta en una publicación de 1916, era la de "proporcionar a las alumnas una enseñanza general sobre el arte del vestir que las habilite completamente para cortar, coser y disponer todo tipo de ropa blanca o de vestir propia y de lo suyos, de modo que puedan vestir con el buen gusto y la propiedad asequibles sólo a las damas que pueden tener buenas modistas ".
Unos años después, la escuela ofrecería también enseñanzas complementarias a la confección de vestidos que perfeccionaran (la formación de aquellas chicas, con Josepa Caballol como profesora de gorros, Rosa Sensat como profesora de física y química aplicadas al vestir y Joan Llaverías como profesor de dibujo.
La Escuela disfrutó de un gran éxito. En la Exposición Universal de 1888 expusieron Carmen Ruiz y Alá y el Colegio Central de Corte para Señoritas, que era como se conocía la Escuela Provincial de Corte. En ambos casos se expusieron trajes. El número de alumnas fue aumentando, situándose en torno al centenar a finales del siglo XIX y sobrepasando esta cifra a partir de los años 10 del siglo XX.
Carmen Ruiz y Alá murió en 1890, pero no sin nombrar tres alumnas que podían ser sus sucesoras. Concretamente destacó a una de ellas, Mercè Carbonell y Pañella, que ya la había sustituido durante la enfermedad. Carbonell, que entonces tenía veinte años, tenía el título de maestra superior y el diploma de la Escuela Provincial de Corte.
Poco a poco se fue reestructurando en una escuela profesionalUna nueva etapa
En 1899, Carbonell elaboró un reglamento donde se reproducían los objetivos marcados cuando se creó la Escuela: dependía de la Escuela Normal aunque tenía que seguir siendo abierta a todas las mujeres; pero se distinguió entre una enseñanza general y una profesional; y alumnas de la primera podían escoger cualquiera de las materias impartidas mientras que las de la vertiente profesional tenían que pasar pruebas de ingreso y seguir el plan de estudios entero. A partir de 1903 se exigió también la presentación de prendas confeccionadas ya que los conocimientos adquiridos no implicaban que se tuviera un dominio práctico. La Escuela empezó a organizar exposiciones en las que las alumnas mostraban sus trabajos y premiaban a las mejores con libros.
A partir de 1909, la Escuela se relacionó con el Instituto de Cultura para la Mujer. Este contacto fue potenciado por Francesca Bonnemaison con la intención de incorporar a sus programas educativos las chicas de clase media y baja, así como las trabajadoras que pretendían mantener alejadas del sindicalismo.
Con la Liga regionalista y el nuevo giro de la Diputación de Barcelona, con Puig y Cadafalch al frente de la Comisión de Instrucción Pública, la Escuela Provincial de Corte tomó un nuevo rumbo. Éste fue descrito por Galí desde una visión crítica, recordando que cuando la Escuela Provincial de Corte fue creada no tenía más horizonte que el de las academias de corte que ya existían por toda la ciudad, sin ánimo de sustituir lo que él entendía que era el aprendizaje del oficio de la confección, que según Galí se seguía efectuando los talleres. Uno de los primeros síntomas del cambio fue la supresión de la palabra "provincial", quedando como Escuela de Corte, y a este cambio le siguieron otros relevantes y que resultaron el presagio de una revolución ambiciosa, en palabras del propio Galí.
Poco a poco se fue reestructurando en una escuela profesional. En el año 1913, la Escuela se amplió con estudios de dibujo con Josep Llaveries al frente y con los cursos de gorros de Josepa Caballol y el curso de Rosa Sensat, comentados anteriormente, y con otras enseñanzas como clases de planchado, de flores artificiales o francés.
Con la voluntad de preparar buenas profesionales, la Diputación convocó un concurso para proveer una plaza de profesora auxiliar de corte y confección, que iba vinculada a una beca de 1000 pesetas para ir a estudiar unos meses a París, con el fin de observar la metodología de la enseñanza de corte en la capital francesa. Este concurso lo ganó María Fath y Camps, pero debido al estallido de la Primera Guerra Mundial tuvo que posponer el viaje hasta el año 1917.
Bajo esa iniciativa se plasmaban los planes de la Liga Regionalista, que quería transformar la Escuela de Corte en una Escuela de Modas a imagen de las parisinas.
En 1915 se creó un patronato nombrado por la Comisión de Instrucción Pública y Bellas Artes. Este patronato, formado por Ana Gimeno de Garí, Elvira Claramunt de Muntadas, Francesca Bonnemaison y un miembro de la Comisión de Educación del Departamento de Instrucción Pública de la Mancomunitat, fue el encargado de elaborar un informe reproducido posteriormente por Galí en su Historia de las instituciones y del movimiento cultural en Cataluña. En ese escrito se reconocía que la escuela de modas catalana era una quimera, añadiendo:
"Sabemos bien que en la creación de la moda contribuye con un peso enorme toda la vida, toda la actividad, toda la tradición de un pueblo, y que el foco donde se concentra la fuerza incontrastable de estos elementos, no se traslada con tanta facilidad. La moda se crea en París, en Viena, donde sea y nosotros civilmente la tenemos que aceptar ... "
Así se desvanecía la voluntad de situarl BArcelona en el mapa de la creación de moda. A pesar de esto, hay que tener presente que los profesionales del vestido trabajaron des de la creatividad para ofrecer al ppúblico deseoso de novedades, prendas de gran calidad. Y de muestra, un botón: navegad por el Museo Virtual y podreis conocer parte de este legado...