Vestido imperio de batista de algodón blanco bordado
Vestido imperio de batista de algodón blanco bordado
Liberado de toda estructura interior, el cuerpo se mueve libremente bajo el vestido, que se presenta en forma de túnica colgando de los hombros, aunque con un cierto patrón, dado que tiene mangas y costuras. Siguiendo las tendencias de la época, la cintura se ha desplazado de manera artificial desde su lugar natural y se marca justo bajo el pecho, gracias a un cordoncillo que frunce la túnica y adapta la prenda al cuerpo que ha de llevarla. La túnica cae por detrás formando pliegues desde un bordado a la altura de la cintura alta, que exagera el ceñido para magnificar la libertad de los pliegues que caen hasta el bajo del vestido. Esta prenda se alarga con una cola y arrastra por el suelo, estilizando así la figura.
Confeccionado con un tejido muy fino de batista de algodón —una de las telas más ligeras conseguidas con esta fibra—, está adornado con un sencillo y delicado bordado blanco sobre blanco, que se concentra en la espalda y, de manera más holgada, cae a lo largo de toda la falda con delicados motivos vegetales. El cordoncillo que marca la cintura acaba en una borla con flecos, ornamento que también vemos aplicado a la espalda.
Aparte de la libertad de movimientos bajo esta túnica, el cuerpo se muestra abiertamente, ya sea de forma directa, enseñando los brazos gracias a la manga corta, ya de forma indirecta, insinuándose mediante la transparencia del material empleado. Las crónicas de la época dicen que las mujeres solían mojar los vestidos para que se adhirieran al cuerpo y mostrasen su silueta, a la manera de las estatuas grecorromanas. Con esta moda era habitual cubrirse con grandes chales de lana de cachemir para abrigarse de la inclemencia del tiempo. Texto de Teresa Bastardes, Sílvia Ventosa (Museu del Disseny de Barcelona)
Contexto
1800-1815
Contexto español